Ambigüedades

 Hoy no hubo lágrimas. Hoy le tuve miedo a mi fuerza interna. Hoy fui capaz de desvanecer mi tristeza. Hoy caminé guiada por las luces y un leve instinto de supervivencia que no quería tener. Hoy quería morir. Hoy ví las paradojas. Hoy supe que la oscuridad, en la adultez, es profunda y sin salida. Hoy me confronte con la desnudez de otros, con su alma, con sus ojos. Hoy supe que quería morir pronto. Hoy supe que ésta fuerza será la que me mate. Hoy supe que estaba sola, porque no pude llorar en ningún hombro. Hoy entendí que debo llorar en mi hombro. Hoy no pude llorar. Hoy me ví y fuí consciente de mi mentira. Hoy me cohibi de comer. Hoy repetí que tenía hambre, pero nadie escuchó. Hoy ví al amado muy lejos. Hoy supe que ya no correría por nadie más. Hoy entendí la crueldad que nos conecta. Hoy fui cruel. Oí cómo se desvanecía mi impulso. Oí mi carcajada y la de otros, pero sentí vacío. Oí mis propias palabras. Oí mi coraza.

Una quietud Una quietud estridente             quietud como enemiga                                    Ella             le huyo a la quietud                                    la quietud es soledad                                    la quietud es concreto y melancolía             melancolía como sonido y cólera una música colérica             una melancolía vaporosa

 

Azul  Azul mío Azul nuestro Azul pintado de océano Inmensidad intangible La cúpula última La que traspasan pocos Azul manchado de blanco Azul oscuro y tenebroso Azul que llora Despejado, apabullante Azul transformado en gris y agua Azulito que pinto Azulote que existe Lloras y lloro Eres quien me abraza Eres, existes en conjunto Y al final no eres azul Te llamo azul para que me mires                                                  me pertenezcas en la boca Tablero de algodón volátil ¿Qué haces cuando te llamo azul? ¿Qué hago cuando no me respondes? mi ventana te pone esquinas salgo para encontrarnos en algún punto en el horizonte Azul que se escapa, azul Llévame a la vida, extiéndeme la carne vuélveme redonda, azul, ábreme Déjame dócil a la luz, azul dame tu paciencia. Azul, grítame que esté presente. Ay, Azul No me hagas infinita, recuérdame la humanidad, mi humanidad.

Lilý Ya sé qué eres. No había querido escribirte directamente en digital, porque considero que es muy impersonal para el carácter que tienes sobre mí. No eres un personaje literario, de los que se moldea y se pone a actuar dentro de una narrativa. No eres La Maga, o Alejandra Olmos o La Mujer de Saramago. No tienes posibilidades matericas. Estás inevitablemente condenada a la abstracción, a pasearte por cualquier lugar en el cual mi mente quiera dibujarte. Eres parte de mi sombra, pero tampoco eres La Sombra. No puedo darte cuerpo, pero sí alma. Estás inspirada en mujeres que me han acompañado, tienes el nombre (abreviado) de una muy especial. Puedes tener la furia y la delicadeza que se requiera en cada momento, me acompañas en la justa medida. Pero tampoco te quiero atada a mi ombligo, porque no te he parido, no eres mi hija.  Existes, tal vez desde siempre. Hablábamos en medio de los juegos de infancia y seguramente siempre te he escrito cuando no tengo destina

Apareció y lo abracé muy fuerte Respiré su cariño Le toqué los miedos Nos volvimos de goma Casi llegamos a compenetrarnos tan hondamente, que las almas se tocaron un instante Estuvo en mí, cuando sus ojos de buho examinaron las fracciones rotas y los incendios que no he podido apagar. Anidamos en el punto de la coincidencia, en el querer abstracto, en lo inentendible. Su rostro se mezcló con el tiempo, pero parece que aun puedo alargar la mano para tocarlo, para volver a su aroma. Lo sueño tenuemente, sabe como huir de mis impulsos, como refrenarme. Creo que sus pasos fueron meditados con brújula, que habló con algún ente sobrenatural para decidir sobre el futuro que podría esperarnos. Confío en las palabras que anotó alguna vez en un papel, con las cuales puso nombre de propietario a alguna parte que no veo de mí misma. Aún pongo las canciones, aún pretendo traerlo de vuelta.